Varios conjuntos de investigación exploran nuevos usos de compuestos del cannabis contra el cáncer, la epilepsia y otras enfermedades.
Miles de años tras las primeras referencias históricas del consumo de marihuana, el potencial médico del cannabis prosigue estando por explotar. Se debe a el desconocimiento básico. Hace solo veinticinco años que se descubrió el sistema endocannabinoide, una extensa red de comunicación entre neuronas y otras células del sistema nervioso y otros órganos cuyo funcionamiento es modulado por los primordiales compuestos activos del cannabis. El propio organismo produce variaciones endógenas de esas substancias para regular funciones cerebrales esenciales como la conducta, la memoria y el dolor. Ahora, el reto es transformar los cannabinoides en medicamentos más efectivos contra un rango poco a poco más extenso de enfermedades, desde los tumores más beligerantes a la epilepsia.
“Por una lado tenemos una substancia que se ha consumido a lo largo de siglos, mas cuyos efectos se han probado en poquísimos estudios clínicos con pacientes”, explica Manuel Guzmán, que dirige un conjunto de investigación sobre cannabinoides en la Universidad Complutense de la capital de España. Por otro, afirma, cada vez se tiene más conocimiento básico de sus efectos merced a los estudios con animales y células humanas.
En uno de esos estudios, Guzmán y otros autores demostraron que los cannabinoides como el thc, el primordial responsable de los efectos sicoactivos de la marihuana, reduce el desarrollo de los glioblastomas, un tumor de cerebro muy beligerante y bastante difícil de tratar. “Hay buenísimas patentizas de que el cannabis puede quitar el cáncer en células humanas y ratones, mas las pruebas sólidas de que lo hace en personas son todavía muy pocas”, reconoce.
Su equipo coopera en un ensayo clínico que prueba en R. Unido la eficiencia de Sativex, un medicamento que contiene los 2 primordiales compuestos del cannabis (thc y cannabidiol, o bien cbd), para pacientes cuyos tumores han reaparecido tras la cirugía. El medicamento se administra al lado de la quimioterapia usual. “En unos meses”, explica Guzmán, su equipo espera empezar el primer ensayo clínico en España para probar la eficiencia conjunta como tratamiento de primera línea en pacientes con glioblastoma.
Según Guzmán, que encabeza la Sociedad De España de Investigación sobre Cannabinoides, “estamos viviendo un boom” en la investigación en usos novedosos de los cannabinoides. Han sido impulsados en una parte por experiencias personales de pacientes o bien familiares con el empleo de marihuana para calmar sus síntomas. La aplicación más atractiva es el cbd para reducir el número de ataques epilépticos en pequeños con síndrome de Dravet. Su eficiencia ya se prueba en ensayos clínicos. En sus orígenes, los tratamientos ya aprobados de estos compuestos contra los espasmos de la esclerosis múltiple o bien el dolor y las náuseas en el cáncer asimismo tuvieron su origen en patentizas “anecdóticas” registradas en enfermos que utilizaban marihuana.
“Los receptores de thc son de los más rebosantes en el cerebro, más que los de dopamina o bien serotonina, de ahí que tienen un enorme potencial para lograr nuevos fármacos”, explica Rafael Maldonado, estudioso del laboratorio de neurofarmacología de la Universidad Pompeu Fabra de Barna. Una de las barreras para convertir la marihuana en fármaco son sus efectos sicoactivos. Su equipo ha logrado por vez primera disociar los efectos terapéuticos del thc de los psicotrópicos. El propósito de esta investigación, realizada en ratones y recién publicada en PLoS Biology, es buscar medicamentos contra el dolor que no provoquen pérdida de memoria o bien perturbaciones en la conducta.
El trabajo describe un péptido (una proteína de pequeño tamaño) que, administrado a los roedores, bloquea una gran parte de los efectos “indeseables” de la marihuana preservando sus otras funciones calmantes. “Por ahora, todo hace meditar que ese compuesto sería inocuo en humanos”, apunta. Su equipo es parte del consorcio europeo Neuropain, dotado con 6 millones de euros en parte para buscar nuevas aplicaciones de los cannabinoides contra el dolor neuropático, que brota tras la perturbación de nervios por el cáncer o bien otras nosologías y que no responden bien a los calmantes. El referente más habitual, explica Maldonado, son los casos en los que un miembro amputado prosigue doliendo.
La marihuana prosigue siendo un pozo sin fondo para la investigación biomédica, tanto que muchos científicos ya ni piensan en ella. Se piensa que hay entre sesenta y noventa cannabinoides, muchos de ellos todavía sin explorar y que habrían de ser incluidos en “quimiotecas” para su estudio. “Hemos excedido a la marihuana, el día de hoy el campo de investigación es interminablemente más extenso y debería parar de ser vinculado con esta”, explica Javier Fernández-Ruiz, catedrático de bioquímica de la Universidad Complutense de la capital española y miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas.
Los cannabinoides pueden ser un buen aliado en la guerra contra el alzhéimer o bien el párkinson, las “enfermedades habituales del siglo XXI” debido a la longevidad cada vez mayor de la población, explica Fernández-Ruiz. El correr del tiempo hace que el cerebro pierda neuronas y que una gran parte no se restituyan. Esto es debido a múltiples factores como la oxidación o bien la carencia de riego vascular. “Los cannabinoides semejan ser capaces de corregir múltiples de estos inconvenientes a la vez”, explica Fernández-Ruiz. Su próximo proyecto es una investigación en perros que padecen una enfermedad similar a la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) para probar el efecto del thc y el cbd.
Todos los especialistas consultados solicitan mucha precaución dadas estas líneas de investigación. “Estoy seguro que en el futuro va a haber un fármaco contra tumores cerebrales basado en cannabinoides, mas los pacientes actuales no se van a poder favorecer de ellos”, advierte Fernández-Ruiz.
Fuente: ElPais.com
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